En este
simposio se quiere pasar revista a cómo los cambios
ideológicos y de conocimiento de los siglos XIX, XX y
XXI se plasman en la lengua, la literatura y el cine
español y latinoamericano. En concreto, interesa cómo la
"otredad" se manifiesta en diferentes medios. La otredad
vista como la condición de "diferente" o "ajeno", sea
por ser de otra raza, cultura, lengua o dialecto,
tendencia política, orientación sexual, por ser mujer, o
niño, o por tratarse de un género menor (piénsese en la
literatura infantil, por ejemplo).
El siglo XIX trae los procesos de independencia latinoamericanos, mientras que en Europa se dan fuertes cambios y revoluciones de todas índoles y en todos los ámbitos de la vida y el conocimiento. La lengua cambia y surgen nuevos términos y modos discursivos. Asimismo, nuevas corrientes de pensamiento se desarrollan: idealismo, materialismo dialéctico, nihilismo y nacionalismo. Surgen nuevos movimientos literarios como el romanticismo, que evoca la revolución, la independencia, el individualismo y el nacionalismo, y también el realismo, inspirado en los efectos sociales del capitalismo.
Durante el
XX siguen los avances científicos y tecnológicos y
comienza la liberación de la mujer, que aún tiene mucho
camino por recorrer, así como ciertos movimientos,
aunque un tanto aislados, sobre todo en América Latina,
que reivindican las diferentes orientaciones sexuales.
Junto a esto, crisis, despotismos, guerras, genocidios,
exclusión social y desempleo, a la vez que aparece el
concepto de la globalización. Todo esto se plasma en un
discurso reivindicativo o defensor, que se hará llegar
al público sobre todo a través de la televisión. En ella
se da un discurso persuasivo que influye sobre todos los
aspectos de la vida, desde la política, pasando
por la cultura, la moda, el ocio, etc. De todos ellos,
el más interesante es el de la política, pues cada vez
con más fuerza los medios de comunicación, y los
discursos que en ellos se emiten, empiezan a incidir en
la comunicación entre los políticos y el resto de la
sociedad. Esto da como resultado diferentes maneras de
entender la política, la organización democrática, las
relaciones de poder... La mayoría de discursos políticos
se realizan a través de la televisión, en especial
durante las campañas electorales. La retórica clásica
sufre cambios, pues se trata de discursos explícitamente
persuasivos, por lo que no hay enmascaramiento bajo
otras formas comunicativas.
El XXI es un siglo determinado por la inundación de información y por la presencia apabullante de los medios de comunicación de masas. El impacto tecnológico es indudable en todas las esferas de la vida y, desde el punto de vista de la lengua, esto se refleja en la aparición masiva de tecnicismos y anglicismos. Parece darse una necesidad de articular un discurso racional y comprensible sobre el pasado pero adaptado a los nuevos recursos disponibles para transmitir bien, a la mayor cantidad posible de personas y, a ser posible, de forma atrayente. Los discursos son rápidos. La sociedad parece no poder pararse a reflexionar y busca ante todo mantener el interés en un mundo lleno de estímulos, que además cambian constantemente. Destaca el hecho de seguir buscando en figuras y momentos históricos del pasado la explicación de los acontecimientos posteriores y de la realidad actual.
Este año se
dará especial prioridad a las propuestas que tengan que
ver con la “otredad” en todas sus dimensiones: el otro
ajeno, ya sea el extranjero, inmigrante, el orientación
sexual diferente… También, siguiendo a Octavio Paz, la
otredad del individuo se manifiesta como el deseo de
encontrar lo perdido, como el frustrado intento del
andrógino de Platón que se abraza a la mitad que Zeus,
en su cólera, le arrancó para siempre. La otredad empuja
a los seres humanos a buscar al complemento del que
fueron separados. Así, el hombre se une a la mujer, su
otra mitad, la única que lo completa y que, al
devolverle la perfección que la voluntad divina alteró,
le permite el regreso a la unidad, a la reconciliación.
Existe por lo tanto la posibilidad de anular la
distancia que nos separa de aquél o de aquello que no
siendo identificado a lo propio se convierte en una
fuente de angustia.
La abigarrada diversidad de lo existente requiere del
ser humano una predisposición a la aceptación de lo
diferente. Tal predisposición no es solamente expresión
de apertura epistemológica, sino también ética y
política. Este hallarse dispuesto a convivir con lo
diferente viene prefigurado en la desantropocentrización
que impone la vinculación con los demás órdenes de lo
vivo.
Dra. Teresa Fernández Ulloa, organizadora
del simposio y presidenta del comité científico.
tfernandez_ulloa@csub.edu